A
Claudia Calace, autora de mi mandala.
Los mandalas
primarios
se trazan en la arena
y se desarman
pero uno vino
para quedarse en casa
recién amanecido
parido con amor y
bendiciones
de las mágicas manos
tribales – ancestrales -
generosas
de una mujer creando
su mundo alegórico y
arbóreo.
Este mandala
brinda el amparo
circular de su
forma
y la paz de los colores
convocando la luz
y la armonía
espiritual
que nos cobija a diario
de la locura
de los
malentendidos
y malintencionados
de las dudas y angustias
de
temores
y restos del amor
desperdigados
por doquier
para
ser recogidos y
armados nuevamente
en el círculo mágico.
El
árbol milenario
de la vida
tendió raíces largas
y
fantásticas
colgó sus frutos
desplegó sus alas
y se ha
quedado preso
en mi mandala.
Wilson Mesa